martes, 21 de octubre de 2008

La alquimia sensible



"One of the best means of rendering ineffective the predisposition present in your nature of the crystallization of the consequences of the properties of the organ Kundabuffer is ‘intentional suffering;’ and the greatest intentional suffering can be obtained in your presences if you compel yourselves to be able to endure the ‘displeasing manifestations of others towards yourselves.’”

G. I. Gurdjieff


Muchas veces siento que vivo mi vida esperando que algo mágico suceda. Entonces, la vida se me escapa en la espera. Muchas veces esa espera es pasiva. Muchas otras esa espera es activa, y es allí en donde el mundo se abre para mis ojos volviéndose infinitamente bello y misterioso.

Me mudé de país con la idea de que necesitaba un fuerte cambio. Un sacudón a mis sentidos adormecidos. Y así fue. Pero el tiempo ha pasado y la ciudad en donde vivo ya me es tan familiar como Buenos Aires. Tomar un avión y venir a otro hemisferio se volvió algo corriente. Los colores y los olores que hasta hace poco me sorprendían ahora me pasan completamente desapercibidos.

Experimentar la vida en toda su extensión es un Gran Trabajo. Es una ocupación para toda la vida (sic), de tiempo completo, que necesita constante atención. Es tan fácil adormecerse y entregarse a una pasividad inconsciente. Es tan delicioso abandonarse. Y al mismo tiempo una parte de mí se rebela y quiere otra cosa. Quiere algo especial y único. Entonces, me permito la búsqueda de esas experiencias irrepetibles, mágicas y sensibles, con las cuales uno se siente increíblemente vivo.

La calidad de cada uno de los momentos de mi vida está directamente relacionada con la calidad de las impresiones a las que me expongo. Sin embargo, a pesar de conocer esto muy bien, en mi mente y en mi experiencia, muchas veces insisto en exponerme a impresiones de muy baja calidad. En esos momentos, la vida se me diluye en un continuo de olvido de mí mismo.

El tiempo que nos toca vivir es finito. En nuestra condición humana estamos completamente seguros de que cada vez falta menos para que nuestra vida termine. Y a pesar de este conocimiento evidente, no podemos sostener el intento de la búsqueda de lo mágico, de la alquimia sensible del Recuerdo de sí.

Uso la palabra “mágico”, por que en ella está connotado lo imposible, lo misterioso. Al mismo tiempo “lo mágico” está fuera del ámbito de la realidad que puedo conocer a través de mis mecanismos habituales. Para mí, ha quedado claro que el andamiaje mental que me describe el mundo, no funciona para abrir la puerta de ese mundo mágico y misterioso, que está esperándome en cada uno de mis momentos.

En este momento tengo tiempo. La mayoría de las veces ese tiempo disponible no me sirve para nada relacionado con mi Búsqueda. Uno siempre tiene la fantasía de que si tuviera tiempo podría hacer infinidad de cosas. Esto no es cierto. Es sólo una fantasía más.

Cuando el "recuerdo de sí" aparece tengo la posibilidad de permanecer en mí mismo. Ese estar con mí mismo me da la oportunidad de observar mi vida interior, de echar una mirada a los mecanismos que en mí habitan, y que me llevan de aquí para allá como a una hoja el viento. Algunas veces, este lugar interior es muy doloroso. Lo que veo no me gusta y no puedo reconocerme en ello, al tiempo que deseo salir corriendo hacia una ocupación exterior con la cual identificarme y así entregarme al olvido. Pero ese dolor es necesario para que la alquimia sensible se produzca. Permanecer imparcial en forma voluntaria en la observación de ese dolor genera la energía necesaria para el Recuerdo de sí.

Permanecer en presencia de la interioridad, afortunadamente, no siempre es doloroso. A veces, mágicamente, encuentro un lugar interior en donde la quietud es amable y reparadora, en donde el olvido se redime.

El Recuerdo de sí necesariamente tiene matices, niveles que se corresponden con la calidad de mi energía disponible y mi nivel de ser.

La consciencia del ser humano es una de las cosas más extrañas. Algo que se da cuenta de sí mismo y de lo que lo rodea. Por qué. Para qué. La pregunta “¿quién soy?”, encierra las respuestas.

Sostener esta pregunta a lo largo de la vida es una de las aventuras más maravillosas. Un viaje de descubrimiento. Un viaje de desilusión en el sentido de perder lo ilusorio.

¿Cómo es posible que esté aquí sentado escribiendo estas líneas?

Hay que pagar por la respuesta. El pago es el sufrimiento. Pienso esto y me repliego a un lugar interior desde donde puedo sentir la vastedad del tiempo y del espacio, y mi propia pequeñez. Desde este lugar interior las cosas de la vida se ven de una forma justa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querido amigo/a admiro a G. I. Gurdjieff desde que era un niño, me tomo libertad de que leas el texto "El libro de los secretos" comentadas por Osho, es fascinante como puedo relacionar mi propia experiencia con lo que en dicho texto magico se versa, despues de leer a Gurdjieff creo q este libro abrira tu mente como nunca podrias haberlo imaginado a menos claro esta que ya lo hayas leido, para que lo leas te puedo anticipar que comenta algunas tecnicas usadas por Gurdjieff con Ouspenky aclarara mucho tu vida y eso es solo la punta del iceberg he qerido compartirlo contigo porq en mi vida siempre tuve presente el recuerdo de si y no lo comprendia a cabalidad si aun no lo comprendes completamente es explicado con lujo de detalles
//somos el sueño divino de la creacion\\
saludos desde Chile